Hace un año que nuestros hábitos, rutinas y perspectivas ante muchas cosas cambiaron, y asà como decidimos hacer espacio para nuevas experiencias y formas de convivir, también nos replanteamos la importancia o utilidad de ciertos temas en nuestra vida, incluyendo el maquillaje.
La evolución que ha tenido el skincare en este confinamiento es innegable. La gente ha cuidado más de su rostro, se ha tomado el tiempo para aprender de tratamientos e ingredientes y hay más consciencia de factores como la limpieza y el protector solar gracias a elementos como el cubrebocas. Sin embargo, el maquillaje ha tenido cambios radicales a lo largo de este año, pudiendo señalar por ejemplo: que ya casi no se usa labial, los ojos se volvieron los protagonistas de nuestros looks, las pieles son cada vez más hidratadas y frescas en lugar de matificadas y con mucha cobertura.
A través de distintas etapas (como el no usar nada de maquillaje, hacer retos para nuevos looks y finalmente llegar a un maquillaje a un tanto más natural), la nueva tendencia implica dejar respirar la piel y optar por productos cada vez más centrados en la mirada y ligeros. Las BBCream, las cejas orgánicas y los delineados gráficos son lo que más se ha acomodado a este nuevo estilo de vida.
En lo personal mi rutina de maquillaje ha cambiado drásticamente. Ahora prefiero bálsamos a labiales, corrector focalizado a base, pestañas largas y definidas a preocuparme por luz y sombra en el rostro, e inclusive dejar de utilizar productos como fijador, polvos e iluminador. Al dÃa de hoy me gusta más el aspecto de mi piel gracias a lo que he aprendido de skincare, lo cual es una gran ventaja al momento de maquillarnos, pero creo que esta nueva perspectiva en selfcare nos acerca aún más a usar el maquillaje como expresión en lugar de como medio para "vernos bien".
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